InicioActualidadCrypto Arte: dinero a lo grande corre entre galerías digitales y NFTs

Crypto Arte: dinero a lo grande corre entre galerías digitales y NFTs

El crypto arte es como muchas cosas sobre la cual la gente habla y nadie sabe a modo cierto de qué se trata.

Consultando por Internet, nos encontramos con que el crypto arte puede ser considerado como básicamente dos corrientes. Primero, aquellas obras plásticas cuyo tema se halle relacionado con el mundo de las cadenas de bloques y las criptomonedas.

Cuando vemos, por ejemplo, lienzos donde se versiona el logotipo de Bitcoin, eso sería crypto arte según esta aproximación.

La segunda definición de crypto arte comprende aquellas creaciones meramente digitales.

Generalmente son entidades electrónicas, dibujos, esquemas, renderizaciones, videos o canciones, registradas en una cadena de bloques, y de la cual heredan las propiedades criptográficas que las caracterizan.

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Ahora, la tecnología blockchain se viene utilizando también para garantizar la proveniencia de obras de arte originales. Nadie tiene claro todavía si tales artículos debieran ser vistos también como crypto arte, en vista del vínculo existente.

Lo que muchos sí tienen más que claro, es que el llamado crypto arte se ha convertido en un fenómeno inesperado. El ecosistema de las criptomonedas suele presentarnos, de vez en cuando, movimientos de este tipo.

Crypto arte y sorpresas

Recientemente sucedió específicamente con una moneda salida prácticamente de la nada, “out of the blue”, como diría cualquier sobrino del Tío Sam. El nombre artístico del token en cuestión es Internet Computer (ICP).

Acabada de nacer a principios de mayo, Internet Computer se llegó a cotizar en USD 680 a apenas horas de haberse liberado. Dejando a todos boquiabiertos, el token se metió en el ranking de las 10 primeras criptos por capitalización de mercado.

Pasando por encima de BNB y Cardano, Internet Computer se coló en el cuarto escalafón de CoinMarketCap, “just like that”, así, a lo mero. No le duró mucho la euforia, sin embargo. Ahorita el token trata de defender el puesto 10. Es que la vapuleada de Bitcoin le ha pegado a las altcoins en grande.

Así como pasó con este token salido del sombrero de un ilusionista, el crypto arte que más furor ha causado en las redes han sido los consagrados CryptoKitties. Quién hubiera dicho que los fulanos gatitos digitales pondrían literalmente contra la pared a la red Ethereum.

Tanto así, que algunos pensarán que el asunto de los tokens no fungibles y el movimiento del crypto arte comenzó con los mencionados felinos. Pues, la realidad suele ser extraña, a veces.

Como si de una inseminación artificial se tratara, el crypto arte pareciera no tener padre conocido, pero madre, madre como qué sí.

BitchCoin

Y la progenitora responde al nombre de Sarah Meyohas, una artista plástica que se adelantó primero a todo este meollo de la tokenización del arte.

La leyenda dice que, en el 2015, Meyohas fue quien lanzó la idea de utilizar cadenas de bloques para registrar la propiedad sobre obras de arte. De ella partió también el concepto de propiedad compartida basada en tokens digitales. De esta forma, el crypto arte estaba llegando al mundo.

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Su mente del futuro creó entonces BitchCoin, una criptomoneda cuyo propósito era servir de pago para la compra de sus obras. Bueno, la narrativa de la época la bautizó como cripto, pero no era más que un certificado impreso con un código encriptado.

Los seguidores de Meyohas podían comprar cada BitchCoin por USD 100, con eso tomaban propiedad sobre 25 pulgadas cuadradas de la obra de su interés. Para adquirir una pieza completa, eran necesarios 25 BitchCoins, es decir, unos 2.500 dólares.

Un precio sobradamente modesto, tomando en cuenta lo que se llega a pagar en estos días por un NFT.

Para billeteras gordas

Hablando sin muchos rodeos, lo cierto es que las cantidades de dinero que desembolsan los coleccionistas muchas veces son las protagonistas y no las obras en sí. Ya no se sabe si lo que existe es apreciación por la inagotable creatividad humana, o un afán de ostentación y competencia sin sentido.

El crypto arte no es para los cortos de efectivo. Sólo quienes disponen de mucho cryptocash pueden satisfacer su gusto o capricho al obtener una de estas piezas, digitales o no.

Basta nada más mirar el precio de etiqueta en las obras del artista Beeple. A comienzos de año, Beeple, cuyo nombre real es Mike Winkelmann, comenzó a probar lo dulce del éxito cuando una de sus obras se subastó en casi 70 millones de dólares en la casa Christie’s.

De hecho, Winkelmann parece ser el artista digital mejor cotizado al día de hoy. Sus creaciones suelen mostrar un precio de lista de varios millones de USD. Una de las obras menos costosa que lleva su firma es “HEY”, y se vende por 500 mil dólares.

Pero junto a Beeple, figuran varios artistas digitales que no pierden huella en eso de pedir sumas importantes por el producto de su ingenio. Lilmiquela, Jamesjeanart, Mrmisang, Xcopy, Hackatao y otros se cotizan en el rango de cientos de miles.

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¿Qué más llegaremos a ver en el mundo del crypto arte? Sólo la imaginación de los creadores y el interés de los promotores de esta corriente lo dirán.

Abelardo Madrid
Abelardo Madrid
Administrador de redes y sistemas.
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