La tecnología blockchain sigue conquistando espacios en muchas áreas de la actividad humana. Una de ellas es la educación superior, donde los sistemas basados en las cadenas de bloques se emplean cada vez con mayor frecuencia.
En los países del primer mundo, ya es algo cotidiano disponer de dispositivos inteligentes en los centros de formación académica. La enseñanza remota, que ha ganado relevancia gracias a la crisis desatada por el covid-19, viene empleándose realmente desde hace mucho tiempo en Australia y otras regiones.
Pero el sector educativo no se queda allí, sino que pretende siempre mantenerse a la vanguardia de los adelantos tecnológicos de que van surgiendo de tiempo en tiempo.
Por ejemplo, la Universidad de Melbourne lleva adelante un proyecto de credenciales digitales basadas en blockchain. Con esto persigue que el intercambio de registros entre los estudiantes y sus potenciales empleadores sea más seguro, eficiente y transparente.
Este es un caso típico de la implementación de las cadenas de bloques en el ámbito educativo. Los registros académicos suelen ser el blanco de alteraciones con fines fraudulentos, y la tecnología blockchain está ayudando a disminuir los casos donde esto sucede.
Los beneficios que puede aportar blockchain al sector educativo apenas están comenzando a descubrirse. Conforme van apareciendo, las probabilidades de que este avance se convierta en parte central de las tecnologías educativas se hacen mayores.
El sistema descentralizado que propone blockchain puede adaptarse perfectamente a las necesidades de las universidades. Inclusive, podría convertirse en una especie de seguridad digital colaborativa, donde los nodos de una cadena de bloques se compartan entre distintas casas de estudio.
El primer aspecto donde la tecnología blockchain parece tener su puesto asegurado es en el mantenimiento de registros. Al permanecer la información de los estudiantes en una base de datos distribuida, el acceso a la misma es más rápido.
Pero la velocidad de acceso a los datos ahora se da casi por descontada. Una de las ventajas adicionales que proporciona el funcionamiento de las cadenas de bloques estriba en la seguridad de la información que almacena.
Debido a que cada bloque que se añade a la cadena queda sellado por algoritmos de encriptación, su modificación no autorizada es sumamente difícil.
Además, el mecanismo de consenso que sincroniza las copias activas de una blockchain hace casi imposible que se puedan alterar las operaciones registradas en la cadena.
De esta forma, la cantidad de información que es generada por la actividad educativa disfruta de una capa de protección bastante sólida.
Los trabajos de investigación, certificados, títulos, calificaciones, y otros, se mantendrán a buen resguardo, sin que ello implique que su disponibilidad y acceso se vea disminuido.
Un ejemplo de esto lo tenemos en el sistema de registros académicos que desarrolló Sony Global Education (SGE), una filial de la Corporación Sony.
En el 2017, SGE se basó en Hyperledger Fabric, la blockchain de IBM patrocinada por la Fundación Linux, para elaborar una red de registros universitarios interconectados.
La idea de Sony Global Education era disponer de una forma para enlazar la información perteneciente a un alumno (o profesor) con sus registros de otras instituciones, garantizando la legitimidad de los archivos originales.
Así, la solicitud de expedientes de otras universidades, o la transferencia de un alumno hacia un ente educativo distinto, se ejecutaría con menos fricciones que por los métodos tradicionales. Bajo este esquema, la falsificación de documentos queda totalmente fuera del juego.
Tomemos el caso de Blockcerts, una iniciativa blockchain que conecta a las personas con los sitios donde han cursado estudios, y empresas en las que han trabajado, o desean trabajar.
Mediante la aplicación móvil de Blockcerts, el usuario puede solicitar a la institución pertinente sus registros y compartirlos según sea su interés.
Los empleadores potenciales estarán contentos de poder obtener, de forma inmediata, un perfil académico y profesional confiable, garantizado por la inalterabilidad de blockchain. Los inicios de Blockcerts tuvieron lugar en el Laboratorio de Medios del MIT.
Ahora, la firma Hyland Credentials es quien lleva adelante el proyecto, con mira a captar la libre colaboración de desarrolladores, dado que la iniciativa Blockcerts es de código abierto.
Otra ventaja que puede aportar blockchain a las instituciones educativas es la aplicación de los llamados contratos inteligentes.
Como sabemos, los contratos inteligentes son acuerdos en software que se ejecutan de manera automática, al cumplirse las condiciones previamente establecidas por las partes involucradas.
En la Universidad Woolf, estos programas se emplean para muchos procesos. Tanto profesores como alumnos alimentan con ciertos datos a los contratos inteligentes, quienes determinan entonces cuándo se ha cumplido con los requisitos para aprobar una materia, si es el caso.
A la Universidad Woolf, una idea promovida por investigadores de la Universidad de Oxford, Inglaterra, se la considera la primera institución de estudios superiores con infraestructura digital basada, casi exclusivamente, en tecnología blockchain.
Los contratos inteligentes también pueden resultar provechosos para los organismos proveedores de becas educativas. En casos como éste, el acuerdo verificará directamente con la universidad el cumplimiento de las exigencias académicas necesarias para mantener el subsidio, renovándolo según los lapsos estipulados.
El mismo esquema puede aplicarse a proyectos de investigación que cuenten con estímulos económicos. Un contrato inteligente hará que los fondos estén disponibles, en la medida en que los hitos del proyecto se alcancen según su calendario u hoja de ruta.
El procesamiento de pagos es otra de las áreas donde blockchain deja atrás a otras tecnologías.
Sea cual sea la industria donde se le utilice, el transferir fondos mediante criptomonedas baja las tarifas por operación a niveles muy convenientes para todos, y el dinero está disponible prácticamente de inmediato.
Algunas instituciones de educación superior comenzaron a aceptar Bitcoin como forma de pago, incluso antes de que el precio de la moneda subiera hasta la estratosfera, en la ya famosa carrera alcista que se produjo en diciembre de 2017.
Sin embargo, la fama alcanzada por Bitcoin luego de dicho episodio sirvió para que otras se subieran al tren de blockchain. El Colegio Europeo de Administración y Tecnología en Berlín comenzó a aceptar BTC como pago de sus cursos, e igual hizo la Universidad FTP de Vietnam.
En Reino Unido, la Universidad de Cumbria; en Nueva York, fue The King’s College, una de las instituciones educativas de mayor renombre en el estado. Y, en Suiza, la Universidad de Artes y Ciencias Aplicadas de Lucerna. Todas abrieron sus puertas a las novedosas monedas digitales.
Dentro del grupo se destaca la Universidad de Nicosia, en Chipre. Este centro se promociona como el primero en el mundo en ofrecer un curso sobre blockchain y una titulación en esa tecnología. Esta universidad fue también la primera en aceptar pagos en Bitcoin por su enseñanza.
Es allí donde el archiconocido Andreas Antonopoulos, uno de los impulsores más firmes con el que cuenta Bitcoin, imparte clases en la Maestría sobre Monedas Digitales. Antonopoulos es graduado del Colegio Universitario de Londres y autor de varios libros sobre Bitcoin y la tecnología blockchain.
Pero ni blockchain, ni alguna otra innovación hará todo el trabajo en la educación superior, o en los niveles inferiores del sistema académico. Entre varias cosas, es necesario también actualizar los contenidos de las materias, y presentarlos de maneras atractivas para el alumnado.
Como muchas otras, la tecnología de las cadenas de bloques es tan sólo una herramienta, y los frutos que produzca dependerán de la intención, visión y creatividad de las mentes que la utilicen.