Si algo es cierto sobre Bitcoin, es que el mundo no es igual desde que apareció.
Y es que Bitcoin es una de esas cosas que realmente posee la capacidad de cambiar la vida de las personas. O de algunas personas, para precisar.
Los que mejor pueden dar fe de esto son quienes, gracias al boom de Bitcoin durante diciembre de 2017, comenzaron el 2018 siendo multimillonarios.
Lo interesante es que la proeza, en términos de dinero, no les costó prácticamente nada. Muchos de ellos entraron en contacto con Bitcoin por cosas del azar.
Otros eran geeks, siempre metidos en asuntos de tecnología, que dieron con el documento técnico escrito por Nakamoto. En aquellos días, por el 2009, las monedas de Bitcoin podían minarse hasta con un ábaco.
Bueno, no con un ábaco, pero dedicarse a la minería de Bitcoin era, aparte de lo exótico, era algo sumamente sencillo. Claro, el valor de Bitcoin era casi el cero absoluto.
Todas esas personas que minaron BTC en sus inicios son unos verdaderos creyentes. Cierto que seguir con el experimento de hacer tu propio dinero durante años tiene su mérito.
Haz tu propio dinero
¿Existe una frase más atractiva que “haz tu propio dinero”? No es que los primeros mineros de Bitcoin se hayan dedicado a eso por codicia. Recordemos, Bitcoin no valía nada, y absolutamente nadie tenía la menor idea acerca de a dónde llegaría.
Pero la promesa hecha por Nakamoto, de convertirte en tu propio banco gracias a Bitcoin, fue más fuerte, y logró mantener en alto el espíritu de estos pioneros por años.
Llegó entonces el 2008, la explosión de Bitcoin, gente rica “de un día para otro”, las criptomonedas, los tokens, las startups de cadenas de bloques.
Todo esto sucediendo en un submundo que recién se está abriendo a las mayorías.
Fortunas perdidas de Bitcoin
Las tecnologías nacientes siempre suelen los llamados “puntos de dolor”, o cosas que deben mejorarse en el tiempo. En cuanto a Bitcoin, una de esas cosas son las extremadamente largas direcciones de billeteras.
Posiblemente, el detalle de las direcciones de billeteras es algo que, a primera vista, espante a quienes deseen comenzar con las monedas digitales.
El segundo punto, más doloroso aún, es que las transacciones con criptomonedas son irreversibles. Una vez que se fueron, se fueron.
De la misma forma en que se han ido algunas fortunas almacenadas en Bitcoin. Por razones del azar, mala suerte, o mala memoria, existen individuos que han perdido sus haberes de BTC, sin poderlos recuperar jamás.
Memoria fallida
Vayamos a Suiza, año 2011. Allí vivía Stefan Thomas, programador de software.
A Thomas se le encarga la confección de un video sobre cómo funciona Bitcoin. El video sigue colgado en YouTube, para quien quiera verlo.
Por su educativo trabajo, el programador recibiría exactamente 7.002 unidades de BTC. Thomas recordó aquello de “tu propio dinero, tu propio banco”, y aceptó el pago denominado en la nueva curiosidad tecnológica llamada criptomonedas
Para guardarlas, se hizo con un dispositivo de almacenamiento USB IronKey. Con IronKey, el contenido del disco queda encriptado e inaccesible. Para ingresar al mismo, es necesaria una contraseña.
Es esa contraseña, o la mala memoria de Thomas, lo que lo separa hasta hoy de su fortuna en Bitcoin. Porque, simplemente, la olvidó.
El disco USB IronKey ofrece diez intentos para que el usuario ingrese la palabra de seguridad. Lo último que se ha sabido sobre este caso, es que sólo le quedan dos oportunidades más, antes de que el dispositivo quede sellado sin remedio.
Lo que demuestra que los problemas de “la capa de usuario” pueden, en ocasiones, traer complicaciones serias.
Ante ellos, un disco costoso (los IronKey básicos arrancan el USD 125) no ofrece mayor garantía que uno barato al momento de recuperar fortunas en Bitcoin.
Tal como le sucedió a un individuo australiano, anónimo, que guardó unas mil monedas de Bitcoin en un pendrive chino de dudosa calidad. En este caso, no fue la memoria lo que falló.
El nativo de Pearl estuvo minando durante bastante tiempo, hasta que decidió desmontar su nodo.
En 2013 quiso tratar de vender algunas monedas, sólo que no pudo acceder a ellas. La unidad USB donde estaban se había descompuesto. Y sus monedas, perdidas para siempre.
Ese año, Bitcoin había pasado de costar 130 dólares (cotización de mayo), a unos jugosos 1.000 dólares en diciembre.
Discos duros, laptops y Bitcoin
Una de las historias más tristes donde alguien haya perdido montones de Bitcoin es la de James Howells.
Como muchos, Howells comenzó a “hacer su propio dinero” con su equipo casero de computación en 2009. Cuatro años después, había acumulado 7.500 monedas.
De venderlos, para los precios de 2013, hubiera recibido una cantidad bastante respetable.
En una oportunidad, nuestro amigo, oriundo de Welsh, Inglaterra, estuvo corto de efectivo. Sacrificó su computadora personal para venderla en eBay como partes para repuesto.
Pero conservó el disco duro. Allí se encontraban sus bien habidas monedas de Bitcoin.
Ni es disco duro, ni Howells corrieron con suerte. En una limpieza doméstica, la unidad fue a parar al contenedor de basura. De allí, su destino sería un repositorio municipal de desperdicios.
Todo esto cayó fuera del radar de Howells, hasta que Bitcoin comenzó a levantar vuelo en 2013.
Ansioso por vender algunos BTC, comenzó a buscar el fulano disco en vano. Entonces recordó, desesperado, que él mismo había botado el disco.
Para recuperar su fortuna en Bitcoin, le propuso un trato a la alcaldía de Newport. Le daría el 25% del valor de mercado de sus monedas, si le dejaban buscar el disco en el relleno sanitario donde yacía.
Las autoridades se negaron, y los BTC de Howells quedaron así, por toda la eternidad, en el “más allá” de las criptomonedas.
Generoso Keiser
Dice la leyenda que un buen amigo de Max Keiser también perdió unos cuantos BTC en un disco duro. Pero este estaba todavía en un ordenador portátil. Se trata de Alex Jones, el anfitrión de InfoWar.
Al parecer, cuando BTC todavía habitaba en el inframundo, Keiser regaló a Jones una laptop donde estaban almacenadas unas 10.000 monedas.
Jones recibió gustoso el obsequio, sin darle mucha importancia a los bitcoins. Después de todo, lo tomó como un gesto de cripto evangelización por parte de su amigo Keiser.
La sorpresa se la llevaría luego, al ver que el asunto de las criptomonedas cobraba seriedad. Entonces quiso vender bitcoins a buen precio, pero el ordenador portátil se había desvanecido.
Recuperaciones mágicas
“Para todo hay solución, menos para la muerte”, reza el dicho. Y el hipnotista norteamericano James Miller lo cree como que el cielo es azul.
Basado en sus habilidades, Miller ha desarrollado un método con el cual accede a los rincones secretos en la memoria de sus clientes. Sí, allí donde se quedan las contraseñas atoradas, esperando ser redescubiertas.
Pero la ayuda de Miller cuesta su santo y seña. Este mago de la hipnosis pide como pago una moneda de BTC, más una comisión del 5% de la fortuna recuperada. Por donde se lo mire, es un excelente negocio.
Hubo quienes no recurrieron a la hipnosis para recordar contraseñas, sino al auxilio de otra clase de expertos. Esta vez, expertos en tecnología.
Gracias a la pericia de un genio de la programación, fue como Mark Frauenfelder pudo recuperar lo que guardaba en su billetera de criptomonedas.
Mark fue editor de Wired, y cuenta que fue un hacker quien lo sacó del problema. Había dejado su clave de acceso para la billetera escrita en una nota sobre su escritorio (vaya seguridad).
Se fue de vacaciones con su mujer, y al regresar, la nota no estaba por ninguna parte. Esto sucedió en 2017, año durante el cual Mark estuvo cinco meses tratando de ingresar a su dispositivo de almacenamiento en frío.
Finalmente, el fabricante recomendó a Mark exponer su caso a un joven de 15 años, programador, que probablemente podría darle una mano. Y así fue.
Resultó que el muchacho había descubierto que el dispositivo podía hackearse. Propuso a Mark enseñarle cómo hacerlo con un video. Todo le costaría tan sólo USD 3.700.
Mark pagó los $3.700, y, felizmente, recuperó su criptos.