Se podría afirmar que la idea del dinero comenzó a gestarse con la caza y la recolección, actividades que han prevalecido durante gran parte de la historia del hombre. En épocas primigenias, los seres humanos tuvieron que convertirse en una especie de “todo en uno”, pues les tocó aprender todas las habilidades posibles que permitieran su sobrevivencia. Hoy, en muchos sitios del mundo, la situación no es muy diferente; personas “multitareas” se las ingenian con dos y tres oficios para vivir decentemente, pero volvamos a nuestro asunto.
El intercambio de bienes
Sin mucho esfuerzo podremos imaginar cómo habrán sido los primeros intentos de transacciones del hombre primitivo: alguien tratando de intercambiar una piel de animal, de oso, tiene varias, pero necesita carne y ofrece una piel por un trozo. Esa operación, conocida hoy como trueque, es la que se dice es la más antigua transacción comercial, y, aunque no lo crean, todavía se emplea en ciertas zonas del planeta y no precisamente agrestes.
El antropólogo David Graeber es de la opinión que el primer supuesto predecesor del dinero, el trueque, en realidad no existía antes que el mismo (Graeber tiene una postura interesante respecto a los trabajos y el dinero que vale la pena revisar). Pero olvidemos a este anarquista por un momento y asumamos que fue como todos piensan. Resulta obvio que el trueque llegaría a ser un método inadecuado para muchos de los casos. A ver, tenemos este enorme mamut para comer, pero necesitamos cosas de otra tribu. ¿Arrastraremos el cadáver hasta allá cada vez, incluso en piezas, para poder cambiar?
La especialización del trabajo
A finales del Pleistoceno (comúnmente conocida como la era glacial más reciente, culminada hace unos 10.000 años), la domesticación del trigo, los granos y los animales surgió conforme los seres humanos fueron esparciéndose por todo el mundo. Esto condujo hacia la aparición de la agricultura, que centralizó y aumentó la densidad de la población. Con la densidad poblacional centralizada, disponer de múltiples habilidades de supervivencia ya no era necesario, como cuando se vivía de la caza y recolección. Los individuos comenzaron a especializarse.
Algunos cultivaron, otros se adaptaron y, muy pronto, algunos se convirtieron en contadores, porque un sistema de trueque no sostendría una civilización de individuos con sólo una especialidad que ofrecer. Un comerciante de ropa podría ofrecerle a un agricultor algo de ropa para el trigo, pero un agricultor no necesita ropa nueva todos los días como un comerciante de ropa necesita comida. Para obtener alimentos a través del sistema de trueque, un sastre tendría que ser bastante creativo al intercambiar una cosa tras otra antes de completar su alacena.
Conchas marinas como dinero
La demanda de un sistema de transacciones controladas allanó el camino para el surgimiento del dinero, que se usó como una medida de valor (dinero de contabilidad) y para transacciones (dinero de intercambio). Pero la aparición del dinero no comenzó con el papel y las monedas que hoy conocemos (y que van en vías de desaparecer). Las conchas de caracoles (cauries, que es su nombre) fueron una de las formas de dinero más populares y se utilizaron para realizar intercambios comerciales en África y Asia; de hecho, estas conchas se utilizaron como moneda en África (en Uganda) hasta el siglo XIX (1801–1900).
Entre el Tigris y el Éufrates
Los bancos antiguos surgieron en lugares como Mesopotamia, donde las personas podían depositar sus objetos de valor para su custodia y comercio. Con este nuevo sistema surgió la necesidad de registrar un historial de todas las transacciones que entran y salen, lo que también resultó en el primer uso conocido de un libro mayor para registrar el historial de operaciones.
Pero el surgimiento de dinero no fue un esfuerzo concertado iniciado a través de un acuerdo global que surgió de Mesopotamia. Al igual que hoy existen diferentes formas de moneda, las conchas de cauries no eran el billete universal. Granos, telas y otros artículos también fueron utilizados como dinero. Si bien todos ellos son bastante distintos entre sí, cada uno mostraba tres características principales en común:
– Eran tangibles, objetos físicos. Las personas pueden tocarlos, pesarlos y llevarlos consigo.
– Eran resistentes, no frágiles. La resistencia del objeto considerado dinero garantiza su durabilidad en el tiempo y, por lo tanto, su valor.
– Todos estaban de acuerdo en su uso, es decir, existía un consenso. Sin este acuerdo común, cualquier tipo de dinero se torna inestable, y ningún sistema económico puede perdurar de esa manera.
Si bien las dos primeras características se podían encontrar fácilmente en elementos como conchas, granos y telas, la tercera era un poco más complicada. Sin algún tipo de entidad supervisora que regulara su uso y aceptación, no se podría garantizar la estabilidad del dinero. Alrededor del año 600 a.C., esto se resolvió con la aparición de las primeras monedas acuñadas.
Dinero constante y sonante
Pero el empleo de granos como dinero presenta un pequeño problema: simplemente se puede ir a cultivar más granos. Lo mismo que con las conchas, puedes ir al mar por más de ellas. ¿Cómo podría ser verdaderamente confiable un sistema monetario si alguien puede salir y “hacer” más dinero en cualquier momento? Este fue uno de los grandes problemas que abordaron las monedas.
Los lidios de la antigua Grecia fueron el primer grupo conocido de personas que comenzaron a usar monedas. Quinientos años después, las ciudades más grandes, como Atenas, comenzaron a crecer. A diferencia de las conchas y los granos, los ciudadanos no podían simplemente salir y encontrar más oro y plata para fundirse y dar forma a las monedas con sellos intrincados. Incluso en el mundo de hoy, esa es una tarea bastante restringida y vigilada, a pesar de la abundancia de herramientas a nuestra disposición.
Con cada moneda venía un sello literal de aprobación de quien la emitía. Los gobernantes imprimieron sus caras o símbolos nacionales en ellos como garantía de que ellos y las civilizaciones que comandaban garantizarían el valor de la moneda; es decir, mientras existiera su civilización, la moneda todavía valdría algo. El cambio hacia el uso de monedas hizo que la circulación fuera controlable por los gobernantes y la moneda más confiable para los ciudadanos.
La aparición del papel
Mientras que la invención de las monedas resolvía muchos problemas del dinero, todavía existían desventajas. Por un lado, las monedas fueron moldeadas de metales preciosos, incluyendo el oro. La circulación y el crecimiento de la oferta se vieron limitados por la disponibilidad de esos materiales. Además, ocupaban espacio y eran pesados, lo que hacía que almacenarlos y transportarlos resultaran inconvenientes. Estos asuntos y la falta de oferta se convirtieron en un problema creciente hasta la aparición del papel.
En el 100 a.C., los chinos inventaron la primera forma de papel. No mucho después, surgió el primer caso de uso. En lugar de llevar monedas a todas partes, las personas podían dejar sus objetos de valor en el banco, y el banco proporcionaría una nota firmada que verificaba el valor del artículo que una persona tenía en el banco; es decir, el primer billete. Este sistema se basó en la confianza de que la nota podría intercambiarse por objetos de valor reales. En lugar de intercambiar por los objetos de valor tangibles en cualquier momento, las personas podrían continuar intercambiando las notas.
Con la invasión de China por parte de Mongolia, el Imperio mongol retomó también la práctica del papel moneda. En el siglo 13, Marco Polo trajo el papel moneda en su regreso a Europa. En el siglo XVII, Europa había captado la tendencia y los orfebres adoptaron la práctica de usar los billetes como garantía, respaldados por el oro mantenido por ellos.
Debido a que la gente usaba y guardaba las notas de papel en lugar de intercambiar todo por los objetos de valor respaldados, los bancos europeos comenzaron a emitir más notas de las que podrían respaldarse a la vez, apostando a la hipótesis de que cada persona que tenga sus notas no vendría a tocar su puerta al día siguiente pidiendo oro. Esto se convirtió en la primera práctica de la expansión de la oferta monetaria en lo que consideraríamos como dinero moderno.
Abandono del patrón oro
El dinero de hoy no es canjeable por oro o plata. Pero este no fue el caso hasta la década de 1930. Antes de eso, cada dólar impreso estaba respaldado por US$ 0,40 en oro. Al igual que los europeos creían que la gente no se presentaría toda de una vez a reclamar su oro, los Estados Unidos comenzaron a emitir más billetes de dólar que la cantidad de oro que decían tener para respaldarlos.
Pero a principios de la década de 1930 no fue un buen momento financiero para los Estados Unidos. La Gran Depresión golpeó en 1929 con la caída de la bolsa.
En un esfuerzo por revitalizar la economía de los Estados Unidos, el presidente Franklin D. Roosevelt decidió imprimir dinero en un esfuerzo por iniciar su programa de gastos. Desafortunadamente, con la limitada oferta de oro, tenía las manos atadas; no podía aumentar los impuestos durante esta debacle económica, y no podía imprimir más dinero porque no había suficiente oro. La Gran Depresión había convertido a los individuos en acaparadores de oro por temor a un apuro hacia los bancos que colapsarían toda la economía (los bancos sólo tenían US$ 0,40 de oro por dólar, por lo que posiblemente no podría pagar a todos).
Así que, en 1933, el presidente Roosevelt declaró ilegal la propiedad privada del oro. Para evitar que se retirara más oro de los bancos, cerró sus puertas durante tres días. Luego hizo ilegal que cualquier ciudadano poseyera oro en forma privada: se convirtió en un delito con una sentencia severa de hasta 10 años en prisión. Los ciudadanos recibieron instrucciones de devolver su oro a la Reserva Federal, y la Reserva Federal les emitiría papel moneda.
A pesar del movimiento autoritario, el plan no logró frenar la Gran Depresión, que duró otros seis años. El daño ya estaba hecho y, en 1971, el presidente Richard Nixon abandonó oficialmente el patrón oro como respaldo del dólar norteamericano. No fue hasta 1977 que la propiedad privada del oro fue legalizada nuevamente. Irónicamente, el presidente Ford, el que derogó la prohibición de oro establecida por el presidente Roosevelt, ni siquiera sabía que poseer oro era ilegal.
El sistema monetario actual
Ahora hemos llegado a prácticas monetarias bastante modernas. Hemos visto lo que comenzó como un sistema de trueque que se transforma en un sistema de moneda basado en el valor con elementos tales como granos, conchas y tejidos. El valor fue entonces garantizado por un gobierno establecido a través de la acuñación de monedas. Cuando las monedas se convirtieron en una carga, el papel lo reemplazó.
Con la mayoría de las transacciones manejadas principalmente a través del papel, los gobiernos se volvieron más indulgentes con respecto a la proporción entre moneda de papel y metales preciosos disponibles. No mucho después, la moneda de papel se separaba completamente de los metales preciosos de los que antes derivaba su valor; en cambio, el papel moneda se convirtió en una simple promesa del gobierno de que vale algo.
Hoy en día, es cuestionable si el papel moneda sigue siendo dinero de verdad. El antropólogo Noah Harari, en su libro Sapiens (2011), nos dice lo siguiente:
“Incluso, las monedas y los billetes de hoy son una forma rara de dinero. La suma total de dinero en el mundo es de, aproximadamente, US$ 60.000 millones, pero la suma total de monedas y billetes es inferior a US$ 6.000 millones. Más del 90 por ciento de todo el dinero, esto es por encima de US$ 50.000 millones que aparecen en nuestras cuentas, existe sólo en las computadoras centrales de los bancos”.
Considerando que Harari publicó su libro en 2011, seguramente hoy la cantidad de dinero digital sobrepasa por mucho más a su representación en billetes y monedas que circula todavía.
Bitcoin inaugura la era de las criptomonedas
En 2009, una persona o grupo de ellas que se hace llamar Satoshi Nakamoto, presentó un artículo donde propusieron la idea de un sistema de moneda descentralizado, sin confianza y de igual a igual (P2P) llamado Bitcoin. Parémonos un poco en sus características principales:
– Descentralizado: no hay autoridad central; los participantes en el sistema son quienes preservan la existencia de la economía.
– Sin confianza: un enfoque para garantizar la precisión y la integridad sin la necesidad de confianza. En los sistemas centralizados tradicionales, la comunidad se basa en la buena fe; por ejemplo, confiamos en que nuestro banco mantendrá nuestro dinero a salvo y nos pagará intereses por usarlo.
– De igual a igual (P2P): un enfoque de transacción que elimina al intermediario, por lo que se puede realizar un intercambio directamente entre las partes.
El misterioso Nakamoto propuso utilizar un protocolo de Prueba de Trabajo (PoW) introducido por el hashcash de Adam Back, que en realidad fue inventado en 1997, de forma que no es un trabajo absolutamente original de él. Lo novedoso es su implementación en el sistema de Bitcoin.
La principal propuesta de valor con Bitcoin no es ser la primera moneda digital del mundo. Como se mencionó anteriormente, más del 90% del dinero existente en el mundo ya es digital. Al igual que los Estados Unidos alguna vez respaldaron cada dólar con sólo US$ 0,40 en oro, hoy existe una situación similar, de manera que sólo existe un dólar físico por cada nueve dólares digitales, aproximadamente. El concepto de dinero digital está en uso desde que se comenzaron a utilizar las tarjetas de débito o crédito.
La principal propuesta de valor con Bitcoin, blockchain y muchas otras criptomonedas descentralizadas es cómo gestionan la experiencia de la moneda digital: transacciones descentralizadas, sin confianza, directas entre pares. Esta importancia queda siempre rezagada tras la atención ganada por la especulación en los mercados cripto. Sin embargo, cuando se considera detenidamente, se puede apreciar el potencial existente para la próxima generación del dinero: tener una moneda que no esté sujeta al control del gobierno o de los bancos.
Interconectados, globalizados y, también, desasistidos
Tan conectados como nos sentimos hoy con servicios como Internet, la realidad es que gran parte del mundo todavía está aislado. La globalización ha avanzado pasos gigantescos, sobre todo gracias a Internet, pero todavía falta mucho por hacer. El 39% de la población mundial no tiene acceso a los servicios bancarios y a los beneficios que ello conlleva, y eso es una enorme cantidad de gente.
La interconectividad del mundo y la globalización de la interacción humana ejercen presión sobre la necesidad de una moneda de confianza a escala global. Intente mover grandes cantidades de dinero a través de las fronteras y, según el país en el que se encuentre, podrá sentir la fricción. Notará lo caro y lento que puede llegar a ser. Y esa es precisamente la paradoja: a pesar de que el noventa y tanto por ciento de la moneda es totalmente digital, el proceso de transferencia sigue siendo ineficiente y crea barreras inconvenientes que inhiben el crecimiento de un sistema global.
El dinero seguirá su camino
La evolución del dinero y las transacciones a lo largo de la existencia humana han tendido históricamente hacia la optimización. Los sistemas de trueque (posiblemente) se convirtieron en monedas basadas en conchas marinas para estandarizar el valor y facilitar el intercambio. Las monedas de este tipo se reemplazaron por monedas acuñadas, moldeadas a partir de materiales preciosos para controlar el suministro y brindar una mejor garantía de valor.
Las transacciones con monedas se cambiaron a billetes de banco respaldados por materiales preciosos, para mayor comodidad. Recientemente, los billetes de banco se han disociado de materiales valiosos y respaldados por los gobiernos para facilitar el control de la oferta monetaria y la inflación. Hoy en día, los billetes de banco se utilizan cada vez menos a medida que la moneda se vuelve digital.
Si bien las fronteras aún existen a nivel político, están comenzando a romperse en un nivel social. El esfuerzo humano por conectar se extiende más allá de las relaciones políticas o corporativas; esta lucha llevará al sistema monetario existente, que circula entre las instituciones corporativas y políticas, a un punto de inflexión donde sus usuarios deben decidir entre continuar confiando o abandonarlo. Esto último requiere una solución alternativa para la transición al próximo sistema de dinero.
Bitcoin: un fenómeno mundial
La metodología de blockchain proporcionada por Bitcoin es una solución alternativa. Diseñado para ser descentralizado, Bitcoin esencialmente distribuye una copia de cada parte del historial de transacciones a cualquier persona que quiera una. Esas personas pueden entonces participar en la verificación de transacciones históricas y futuras. Al hacerlo, ya no es una entidad única el factor decisivo para la validez del suministro y el historial de transacciones, sino una comunidad completa. Además, participar en Bitcoin lo hace más impermeable a la explotación: cuanto más grande es la comunidad, más segura es la cadena de bloques de Bitcoin contra las intenciones maliciosas, como los ataques de piratería informática.
Como la primera criptomoneda, Bitcoin tiene reputación y valor en una etapa temprana. También estableció el escenario para el aspecto de una moneda descentralizada, y demostró que el concepto puede, de hecho, funcionar. En apenas diez años, se convirtió en un fenómeno global.
Dicho esto, Bitcoin dista mucho de ser un sistema perfecto. Si bien la visión original de Satoshi Nakamoto para Bitcoin era que los ciudadanos comunes participaran en el proceso de actualización de la transacción y fueran recompensados con monedas usando poco más que una computadora conectada a Internet, algunos usuarios dedujeron, lógicamente, que los procesadores más potentes tenían la ventaja en la actualización de las transacciones.
Bitcoin y las criptomonedas: superar los problemas para avanzar
Bitcoin utiliza el algoritmo de hash SHA-256, que los procesadores pueden paralelizar para acelerar el proceso de hashing, lo que resultaría en más recompensas. Hoy en día, sólo computadoras especializadas y costosas llamadas Circuitos Integrados de Aplicación Específica (ASIC) tienen la posibilidad de mantener la red de Bitcoin produciendo a la vez cierta rentabilidad.
Sin embargo, la desventaja de esto no es solamente que los ciudadanos comunes no puedan participar; también está que la minería de Bitcoin consume mucha energía. Según Digiconomist, mantener funcionando la blockchain de Bitcoin consume aproximadamente la misma cantidad de energía por año que Argelia. Los costos estimados se encuentran actualmente en un poco menos de US$ 3 mil millones. Y la huella de carbono de una sola transacción de Bitcoin es igual a la misma huella de carbono de aproximadamente 510.000 transacciones con tarjeta VISA.
La realidad es que la cadena de bloques de Bitcoin no necesita consumir tanta energía. Está diseñado para que la carrera por actualizar las transacciones siempre dé como resultado un ganador cada 10 minutos, ya sea una computadora o un millón de computadoras. El consumo de energía es impulsado en gran medida por la competencia con fines de lucro, es decir, la codicia. Si la cadena de bloques de Bitcoin resuelve este problema, y otros, podría convertirse en una opción real para la adopción global.
Un argumento común separado, pero defectuoso, que los críticos mencionan al cuestionar la legitimidad de Bitcoin es que esta forma de dinero es utilizada para actividades ilícitas. Pero las actividades ilegales han existido mucho antes de Bitcoin, y continuarán existiendo, independientemente del destino de Bitcoin. Las mismas herramientas pueden ser un instrumento de progreso o destrucción en diferentes manos. Al igual que las transacciones con Bitcoin son sospechosas al comprar sustancias reguladas en Internet, las transacciones en efectivo son sospechosas al comprar armas de mercados negros en línea.
La realidad es que la necesidad de un reemplazo eventual de los sistemas monetarios actuales es inevitable. Esa declaración no es una promesa para los partidarios de Bitcoin, ni una amenaza para las instituciones existentes. Es sólo simple deducción salida de una mirada rápida a la evolución del dinero.